Proseguimos largo y tendido después de acabar el programa y muchas cuestiones fueron las que seguimos planteando y debatiendo. Hubo muchos lamentos. A ratos fuimos pesimistas y a otros optimistas pero también hubo tiempo para recordar gratos y buenos momentos vividos por nuestro invitado. Personalmente y permítanme esta licencia considero a Fermín un hombre “echaillo palante” en el buen sentido de la expresión. Un hombre con una gran visión y con gran conocimiento de los entresijos cofrades que como toda persona con una experiencia dilatada en este mundo cofrade tuvo sus momentos de los de olvidar, y así se le reflejaba en su rostro cuando los contaba, pero que también le cambiaba el semblante al recordar momentos muy emotivos y dignos de retener en la memoria para siempre. Fue un placer para nosotros contar con Fermín Anguita como invitado porque disfrutamos mucho antes, durante y después del programa. Hombre peculiar donde los haya pero una persona sincera. Mucho nos reímos cuando nos contaba alguna que otra anécdota, como aquella en la que fue invitado a un acto cofrade en Adra. Al llegar al lugar de la celebración la estampa era la típica del momento donde el arquetipo del hermano mayor al uso estaba muy bien plasmada en las personas que allí se concentraban. Trajeados todos ellos, armados de una seriedad protocolaria y con bastante gomina en sus cabelleras, llegó él, Fermín, igualmente trajeado pero hubo un detalle que lo distinguía del resto y que así se lo hicieron notar todas las miradas que le cayeron encima ya que no tuvo, nuestro amigo y motrileño Fermín, otra ocurrencia que pasar antes por la peluquería y tintarse el pelo de rubio.
En fin una grata noche y un placer para los miembros de este programa el haber contado con la presencia de Fermín Anguita.
Juan Carlos Medina
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