La esperanza va por barrios. Nuestro mundo cofrade parece estar inmerso en un vaivén de vértigo. Mientras algunas se mantienen arriba o resurgen con más fuerza que nunca, otras parecen sentenciadas y condenadas al eterno ostracismo. Otras u otra parece no enterarse de que va todo esto y como si no fuese la historia con ellos no reparan en el refrán que habla de las barbas quemadas de tu vecino. No solo se empeña una y otra vez en tropezar con la misma piedra sino que parecen abandonados a una especie de suerte como el que va a estrellarse y cierra los ojos para no ver lo predecible.
Por todo esto la esperanza parece jugar al escondite apareciendo por sorpresa cuando vemos evolucionar de manera satisfactoria una porción de todo este entramado de cofradías y hermandades. Parece desaparecer y no dar señales de vida, la esperanza digo, cuando observamos con estupor cómo hay situaciones que ni a conciencia podrían salir peor.
Soberbia en algunos casos, ineptitud en otros hacen que a veces los rayos de esperanzan se vean solapados por quienes, de una forma incomprensible, se empeñan una y otra vez en ensombrecer los días soleados.
Entre tanto las tortas nos llueven por doquier y como si de una guerra de guerrillas se tratase, el acoso y derribo hacia nuestra actitud y propósito de aflorar todo aquello que consideramos digno de denunciar o de señalar como erróneo solo nos hace ver aún más la necesidad de seguir en nuestro empeño de intentar que la cosa cambie. Gracias a Dios no estamos solos ni somos los únicos que hartos de estar hartos han decidido combatir la ignorancia y la desidia.
Por nosotros, por ellos y por el futuro del mundo cofrade nuestro firme propósito de no cejar en nuestro empeño se ve recompensado por todos aquellos que, no solo nos dan ánimos, sino que se suman a iniciativas dignas de alabanza.
Es por ello que cuando afirmo que la esperanza va por barrios solo hace falta buscar el mapa que nos diga donde esta para no caer en el desánimo y abandonar aquello por lo que tanto hemos luchado, no solo nosotros, sino otros tantos que a buen seguro hace mucho tiempo han reunido los suficientes motivos para haber pedido asilo político en otros ámbitos de nuestra sociedad. A su tesón, esfuerzo y empeño nos sumamos aunque a veces la esperanza se mude de barrio sin avisar.
JUAN CARLOS MEDINA
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